A finales del siglo IV a.n.e., la técnica de figuras rojas llega al final de sus potencialidades y la cerámica griega reduce su repertorio a esquemas convencionales que se alejan de las creaciones de los siglos anteriores con una decoración simplificada en motivos florales, guirnaldas y diferentes ornamentos sobre fondo claro. En el cementerio de Hadra en Alejandría, se han hallado ejemplares, especialmente hidrias, de este tipo de producción alfarera que toman el nombre del lugar de procedencia. Los vasos de Hadra se relacionan con las costumbres funerarias de la época y se utilizaban como urnas para guardar las cenizas de los soldados griegos fallecidos en esta región del mundo helenístico. Nuestra hidria presenta una banda de hojas de mirto entrelazados en el cuello y sobre el hombro del ceramo. La decoración principal se centra en la parte superior del cuerpo del vaso enmarcada por un friso de hojas de hiedra, rematadas a los lados por reticulados. Dos escudos apoyados en una rama ocupan el centro de la composición con flores a su alrededor y una corona a cada lado. El escudo, importante arma defensiva del hoplita griego, alude al combate en el enfrentamiento bélico con el que quizás se ha querido patentizar el heroísmo del soldado cuyos restos ocuparon esta hidria.